“Esto va a doler”, así comenzaba su ponencia en la jornada divulgativa La medicina del futuro, inteligente y ¿artificial? el administrador de recursos y datos e inteligencia artificial (IA) Julián Isla. Su vinculación con el ámbito sanitario parte de su hijo adolescente Sergio, aquejado por el Síndrome de Dravet –encefalopatía epiléptica de grado muy severo–.
Sus conocimientos como ingeniero de software y la enfermedad de su hijo lo llevaron al ámbito sanitario, y en la mañana de ayer habló a los sanitarios presentes en el Hotel OCA Puerta del Camino de cómo la IA puede permitir llevar un control riguroso de los episodios epilépticos de Sergio, comparar expedientes médicos e incluso consultar un asesor virtual. Tareas para las que sería necesario un gran número de profesionales y para la que basta con tener un ordenador: “Podemos tener un médico de primer nivel en el bolsillo”, aseguró Isla.
Además de explicar desde su propia experiencia la tardanza y los fallos diagnósticos en el caso de su hijo, este ingeniero disertó haciendo una comparativa entre el mundo médico y el del desarrollo de software mostrando la gran diferencia entre ambos a la hora de compartir el conocimiento. “Si desarrollas un software y no lo compartes, nadie te tomará en serio”, puntualizó para dejar patente la necesidad de que los descubrimientos clínicos también sean compartidos para favorecer el desarrollo de resultados.
Un punto en el que también incidió Senén Barro, director científico del Citius –Centro Singular de Investigacións en Tecnoloxías Intelixentes– de la Universidad de Santiago (USC). “Las personas nos equivocamos constantemente, en el caso de Sergio hubo errores diagnósticos, errores en la elección de la terapia, en la documentación del caso…”, explicó Barro en conversación con EL CORREO GALLEGO, “todos tenemos experiencias personales de errores médicos flagrantes, a veces por incompetencia, a veces porque tienen más pacientes de los que puede atender”.
“Las máquinas nos van a ayudar a que el número de errores de los facultativos se reduzca de forma sensible”
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Pero el exrector de la USC también incide en que “nunca vamos a ver máquinas infalibles ante problemas tan complejos, pero no pensemos que porque las máquinas no sean infalibles no podemos usarlas”. Senén Barro afirma en este sentido que “las máquinas nos van a ayudar a que el número de errores médicos se reduzca sensiblemente”.
En la línea de todos los participantes en la jornada divulgativa, Barro insistió en que la inteligencia artificial va a cambiar, y ya lo está haciendo, el ámbito de la medicina. Pero también aseguró que “no será tan pronto como muchos creen o dicen. Porque hay elementos que actúan como frenos y barreras”. Hacía así referencia no sólo a los aspectos éticos y legales del empleo de IA en un ámbito tan sensible como el de la salud, sino también a los controles “muy estrictos” que tendrán que superar estas nuevas herramientas, al igual que sucede con los fármacos ya que “casi todos los dispositivos médicos van a estar ahí, por lo que se trata de un sistema de alto riesgo”.
En su intervención, Senén Barro hizo referencia a que la IA también “tiene que cambiar la forma en la que formamos a los médicos, por poner un ejemplo, la IA ya puede aprobar el examen MIR, con una tecnología de 2022, que ya no es tan compleja como la actual, se aprobó el MIR, por tanto aprobaría y podría escoger entre un buen número de especialidades en el ámbito español”.
En este sentido, el catedrático considera que si la máquina supera nuestras capacidades “no compitamos con ella” sino que lo necesario es formar a los especialistas en “otro tipo de habilidades y competencias y formarlos también en la interpretación de los datos que devuelva la IA”.
Genómica e inteligencia artificial: ciencias disruptivas
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El director de la Fundación Pública Galega de Medicina Xenómica, Ángel Carracedo pronunció la primera de las charlas de la jornada, vinculando genómica e IA a través de su valor disruptor, revolucionario, de la ciencia y explicando que ambas disciplinas, a pesar de vivir en el siglo XXI su mayor desarrollo comenzaron sus avances en el siglo pasado.
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Carracedo explicó la importancia de la genómica y los biomarcadores en especial para diagnosticar enfermedades raras, cáncer o trastornos de neurodesarrollo como el autismo y la discapacidad intelectual. Y puso el acento en la tecnología y el desarrollo tecnológico que implica el estudio genómico, porque “un genoma no cabe en un ordenador”, apostilló. Así, puso en valor la importancia de la inteligencia artificial que permite combinar miles de datos, estratificar biomarcadores, y procesar la historia clínica en un tiempo récord.
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